Cosecha 55
NOTAS-HISTORIA-RECUERDOS-CUENTOS
jueves, 12 de diciembre de 2013
RESIGNADOS AL SUBDESARROLLO
Hace una semana leí en la revista EL ESTADISTA, una nota de Julio Burdman titulada " Un presidente para Vaca Muerta", en donde el autor planteaba la necesidad encontrar una dirigencia que permita aprovechar la inevitable catarata de dólares que ingresaran cuando el yacimiento, también de forma inevitable, comience a producir. El ejemplo que utilizaba Burdman era que Vaca Muerta era como ganarse la lotería y como la lotería puede solucionar los problemas de una familia por generaciones, o destruirla rápidamente permitiendo que el dinero se le escape, porque lo único que sabe hacer con él es gastarlo. Resumiendo con petroleo se puede ser Noruega o Venezuela y eso es lo que debería estar pensando la elite.
Ayer a la noche conversando con un familiar muy querido, que adhiere al modelo aplicado desde 2003, cuando le hice la pregunta sobre que seria la Argentina una vez que Vaca Muerta empiece a producir, decididamente me contestó que seriamos Venezuela, y lo argumento desde lo "étnico" somos latinos (yo creia que Max Webber era un sociólogo superado), y lo enfatizó diciéndome "es así Gustavo acostumbrate".
La falta de una elite política en los últimos ochenta años, capaz de consensuar un sistema que en lo económico permita generar un modelo de acumulación autosustentable, y que en lo social aliente la inclusión no solo desde el consumo, sino también desde lo cultural y básicamente desde lo ciudadano, han llevado a nuestra sociedad a una situación que califico de RESIGNACIÓN AL SUBDESARROLLO.
Sin duda la resignación es peor que el fracaso, porque la resignación carece de acción. Para fracasar hay que intentar por lo menos hacer algo, para resignarse ni siquiera hace falta eso.
La resignación nos inunda, estamos resignados a que los precios aumenten, a que las barras bravas no nos permitan ir a la cancha, a que el narcotráfico se este instalando casi en forma abierta el país, a tener una crisis cada 10 años, a ser gobernados siempre por los mismos, a viajar en los trenes como ganado, a que nos mientan, a involucionar en lo educacional, a que se degrade la escuela pública, al desinterés del poder por construir ciudadanía, etc.
Vaca Muerta es una oportunidad única, aspiremos a ser Noruega, no por lo rubios o aburridos, sino por lo desarrollados, lo igualitarios, lo educados. Si esa no es la meta seremos (si ya no lo somos) una sociedad resignada al subdesarrollo.
P.D. Noruega en los setenta, antes del descubrimiento de petroleo en el Mar del Norte, era una de los países menos desarrollados de Europa con una economía basada en la pesca del bacalao. Hoy es uno de los mas igualitarios de Europa y con mayor nievel de vida, siendo que históricamente se la denominó la cenicienta de escandinavia.
viernes, 12 de abril de 2013
NUNCA FUI, PERO AHORA ESTOY EN DUDA
Nunca fuí a las distintas manifestaciones organizadas "espontáneamente" en contra del gobierno. No fui a la que olía a ley de medios, tampoco fui a la que olía a impedimento de comprar dolares, tampoco fui contra la re re. Mi ausencia no se debió a que apoyo la política llevada a cabo por la franquicia sino que pensé y pienso que la Ley de Medios es relativamente correcta (aunque tengo serias dudas sobre como se va aplicar, Sabatella ya mostró el plumero con Monetta), la cuestión del dolar es producto de la incapacidad de gestión cosa que se arregla votando a otro en las próximas elecciones y la re re no esta permitida en la Constitución y modificar esta es una cuestión a debatir cuando puedan hacerlo, sin embargo ahora me entró la duda.
El intento de modificación del sistema judicial implica un cambio de sistema político que necesita una modificación del contrato social que nos rige, esto es la Constitución. Nuestra Constitución es una constitución liberal en lo político, esto es, pone el acento en la defensa de la libertades individuales, con un sistema de división de poderes sustentado en la concepción de Russeau y Montesquie y en este esquema el poder judicial es independiente del poder político y su legitimación no lo es por la vía del sufragio. Te puede gustar o no gustar pero esas son las clausulas del contrato. Exigir legitimación popular para el poder judicial, aunque sea por vía indirecta, es una novedad ajena al contrato, imposible de llevar a cabo sino se modifica éste último, y una a vez que este se modifique en tal sentido habrá cambiado sistema, dejando la Argentina de ser una democracia republicana para ser otra cosa.
El único país que no sufrió la crisis mundial de 1930 fue la Unión Soviética, y esto se debió a que el sistema económico de la URSS no era el sistema capitalista, siendo que la de 1930 fue una crisis sistémica, no afecto a los que tenían otro sistema de producción y de acumulación, Rusia tuvo otros problemas muy graves, pero no fue afectada por la crisis del 30.
Ustedes dirán a que viene el párrafo anterior, yo creo que es un buen ejemplo. El sistema republicano, puede originar problemas como el que el gobierno tiene en la actualidad con la ley de medios (en lo personal creo que es constitucional y así lo va a decretar la Corte Suprema) y es muy posible que estos problemas no se den dentro de otro sistema (como sucedió con la crisis del 30 en la URSS), bueno entonces cambiemos el sistema, hagamos un nuevo contrato, y establezcamos una democracia distinta de la republicana.
En lo personal, que no es gran cosa soy solo un voto, el sistema republicano es mi límite, por eso estoy en duda sobre lo que voy a hacer el 18 de Abril, que para colmo es el día de mi cumpleaños.
El intento de modificación del sistema judicial implica un cambio de sistema político que necesita una modificación del contrato social que nos rige, esto es la Constitución. Nuestra Constitución es una constitución liberal en lo político, esto es, pone el acento en la defensa de la libertades individuales, con un sistema de división de poderes sustentado en la concepción de Russeau y Montesquie y en este esquema el poder judicial es independiente del poder político y su legitimación no lo es por la vía del sufragio. Te puede gustar o no gustar pero esas son las clausulas del contrato. Exigir legitimación popular para el poder judicial, aunque sea por vía indirecta, es una novedad ajena al contrato, imposible de llevar a cabo sino se modifica éste último, y una a vez que este se modifique en tal sentido habrá cambiado sistema, dejando la Argentina de ser una democracia republicana para ser otra cosa.
El único país que no sufrió la crisis mundial de 1930 fue la Unión Soviética, y esto se debió a que el sistema económico de la URSS no era el sistema capitalista, siendo que la de 1930 fue una crisis sistémica, no afecto a los que tenían otro sistema de producción y de acumulación, Rusia tuvo otros problemas muy graves, pero no fue afectada por la crisis del 30.
Ustedes dirán a que viene el párrafo anterior, yo creo que es un buen ejemplo. El sistema republicano, puede originar problemas como el que el gobierno tiene en la actualidad con la ley de medios (en lo personal creo que es constitucional y así lo va a decretar la Corte Suprema) y es muy posible que estos problemas no se den dentro de otro sistema (como sucedió con la crisis del 30 en la URSS), bueno entonces cambiemos el sistema, hagamos un nuevo contrato, y establezcamos una democracia distinta de la republicana.
En lo personal, que no es gran cosa soy solo un voto, el sistema republicano es mi límite, por eso estoy en duda sobre lo que voy a hacer el 18 de Abril, que para colmo es el día de mi cumpleaños.
jueves, 11 de abril de 2013
Un Poco del Primer Peronismo
Alumno:
Gustavo P. Cresta
Materia:
Temas de Historia Política Argentina del Siglo XX
Profersor:
Juan Carlos Torre.
Universidad
Torcuato Di Tella Maestria en Historia.
I. La política laboral de Perón fue
presentada como una estrategia preventiva: Evitar la agudización de la lucha de
clases. a) Señale sobre que bases empíricas descansaba esa estrategia, b) que
recepción encontró en los sectores económicos y sociales, y c) cuales fueron
sus resultados en una perspectiva de largo plazo del país.
Perón
aportó, a la revolución de 1943 básicamente dos cosas: un programa económico y
social, y una apertura hacia grupos estratégicos de la sociedad, especialmente
el movimiento obrero, de una manera en que ninguna fuerza política lo había
hecho hasta ese entonces. Tal es así que de no haber contado con este aporte,
las posibilidades de la revolución hubieran sido escasas.
Si
bien la apertura hacia el movimiento
obrero se sustentó en la política laboral iniciada desde la Secretaría de
Trabajo, ésta no fue una avenida de mano
única, e incluyó una convocatoria de Perón a los sectores empresarios para
colaborar con ella. Su idea, era que el Estado debía tutelar y mediar en las relaciones del mundo del trabajo lo que garantizaría
un cierto nivel de paz social, estimando que para lograrla era necesario el
aporte de los empresarios.
Según
Perón, si las organizaciones patronales querían evitar la agudización de los
antagonismos de clase debían estar dispuestos a sacrificar algo de su poder,
debían ceder algo para no perder todo.”…Es
necesario dar a los obreros lo que estos merecen por su trabajo y lo que
necesitan para vivir dignamente, a lo que ningún hombre de buenos sentimientos
puede oponerse […] Es necesario saber dar un 30 por ciento a tiempo a perder
todo a posteriori…”[1]
En
este orden de ideas fue que Perón se dirigió a los empresarios en el famoso discurso a la Bolsa de Comercio de Buenos
Aires en agosto de 1944, donde presentó
sus innovaciones como parte de la regeneración y salvaguarda del orden social
existente y no de la creación de otro completamente nuevo[2]. Como se ve, la invitación a colaborar para evitar la
agudización de la lucha de clases propuesta por el nuevo líder, esta lejos de
poder ser considerada una propuesta corporativa como muchos opositores
políticos e intelectuales pensaban en su momento. Tan poco corporativa resultó
la propuesta, que a comienzos de 1945,
con el casi seguro triunfo de los ejércitos aliados, el régimen militar se
ajustó a los nuevos tiempos, declarando la guerra a Alemania e Italia y en el
plano interno restableció las libertades
públicas, los partidos volvieron a la legalidad y se hizo un llamado a
elecciones para 1946.
Sin
perjuicio de lo arriba expuesto, la propuesta efectuada por Perón a los
empresarios, bajo el paraguas de la denominada Doctrina Social de la Iglesia,
tenia algo del espíritu del fascismo social europeo surgido a partir de la
crisis económica de 1930, de las que Perón
había sido un observador privilegiado en su reciente estada en la Italia de
Mussolini[3].
Al
sustento ideológico de las encíclicas papales como Rerum Novarum o Populorum
Progressio y el antecedente empírico de la política social italiana de la
preguerra hay que agregar la intención de Perón de establecer un régimen
político similar al del Partido Revolucionario Institucional (PRI) de México intentando
con ese esquema de partido hegemónico poli clasista cerrar la brecha entre el
armado institucional un antiguo régimen previo a la incipiente
industrialización iniciada en 1930 y las nuevas exigencias surgidas de la
transformación estructural que había sufrido el país.[4]
En este
contexto, era intención de Perón, gravitar de forma excluyente en la próxima
transición democrática y en tal sentido inicio conversaciones tanto con los radicales como con los conservadores los que, en su análisis, podrían
aportar la eficacia de sus aparatos electorales, que sumados al aporte de los
sindicatos, los empresarios, el apoyo del ejército y la bendición de la iglesia
le permitirían liderar la Argentina de la posguerra.
La propuesta de evitar la agudización de la
tensión social mediante concesiones a los trabajadores consensuadas por las
partes y en donde el estado se transformara en un mediador eficaz ante los
distintos reclamos, genero una respuesta bastante fría por parte de los
empresarios. Las organizaciones patronales no se encontraban atemorizadas por
una revolución social o por la acción de las organizaciones sindicales de
origen comunista o socialista con las que habían lidiado exitosamente durante
toda la década, sino más bien por aquellos efectos que la política llevada
adelante por el propio Perón había generado, de tal manera que la intención de
sumar a los empresarios a su proyecto fracasó en forma rotunda.
En lo
que hace a los partidos políticos, según nos dice Juan Carlos Torre en la obra
referenciada, nunca tuvieron intención
de sumarse al proyecto peronista al que consideraban con los días contados a
partir de la coyuntura internacional surgida del triunfo aliado en la Segunda
Guerra Mundial.
Las
circunstancias descriptas obligaron a Perón a cambiar su estrategia
radicalizando el discurso, y llamando a los trabajadores a defender las
conquistas logradas que se encontraban amenazadas por un supuesto complot
reaccionario. Esta nueva estrategia que concluiría el 17 de octubre de 1945,
con una manifestación que marcaría la historia argentina de la segunda mitad
del Siglo XX, provocó una reducción de la base de sustentación del movimiento
que había imaginado el líder.
Visto
desde la perspectiva histórica, el nuevo proyecto de Perón, surgido a partir del rechazo de los
empresarios y políticos a su idea original no atrajo ni a las clases altas ni a
la incipiente clase media, y no tuvo otra base de sustentación que el
movimiento obrero, lo que sobredimensionó el lugar político de los trabajadores
dentro de la estructura peronista.
Este
sobredimensionamiento provocó dos efectos a mi entender negativos, que aún se mantienen dentro del movimiento
Peronista: a) Fue un factor de tensiones políticas que agudizaron las
contradicciones propias de un movimiento policlasista y b) Condicionó en gran
parte las opciones de política económica, tanto en lo que hace a la lucha
contra la inflación, como en la posibilidad de desarrollar una estrategia de
industrialización a largo plazo que sea menos dependiente de los insumos externos.
La necesidad de satisfacer el mercado interno creado a partir de la nueva
estrategia distributiva priorizó la defensa de las industrias preexistentes,
necesitadas de insumos importados que con el tiempo se demostró ineficaz para
liderar un proyecto industrial a largo plazo[5].
II. La política del bienestar social
durante los años peronistas combinó rasgos innovadores y a la vez rasgos de
continuidad. Desarrolle esta proposición ilustrándola con ejemplos.
Para
analizar la política de bienestar social desarrollada por el peronismo, sus
continuidades e innovaciones vamos a separarlas en: a) Políticas de vivienda b)
Políticas de seguridad social, c) Políticas de Salud Pública, d) Políticas
Educativas, e) Políticas de turismo y f) Políticas a cargo de la Fundación Eva
Perón.
a)
Políticas de Vivienda: En política de vivienda el peronismo
tuvo rasgos continuistas e innovadores. En principio continuó con la política
implementada por la administración conservadora que en 1943 decidió el
congelamiento de alquileres, dicha decisión provocó que los alquileres
solamente aumentaran un 27% en el periodo 1943/1955, lo cual fue un aumento
insignificante ante una inflación del
700% que hubo en el periodo[6].
En cuanto a los rasgos innovadores, los hubo de índole
legislativa, de índole financiera y de intervención directa. De índole
legislativa el más importante es la sanción de la Ley 13.512 de Propiedad
Horizontal, que permitió la subdivisión en unidades individuales transmisibles,
los departamentos integrantes de los denominados edificios de renta que
existían especialmente en la Ciudad de Buenos Aires. Si bien esta ley no iba
tener influencia en la política de construcción de viviendas sino hasta finales
de la década del cincuenta y la década del sesenta, permitió, no obstante, que
muchos inquilinos pudieran adquirir el departamento que ocupaban, ante el poco
incentivo de renta que tenían los propietarios por el congelamiento de
alquileres ya explicado.
En lo que respecta a los instrumentos financieros, la novedad,
no porque no existieran con anterioridad sino por el modo y costo con que se
otorgaron, fueron los créditos hipotecarios del Banco Hipotecario Nacional.
Estos créditos tenían tasas subsidiadas, por debajo de la inflación y no
necesitaban depósito previo. Esta política crediticia fue aprovechada
básicamente por empleados públicos y del sector privado, el porcentaje de
aprovechamiento de estos créditos por los obreros de ambos sectores fue mucho
menor[7].
A las políticas expuestas,
el gobierno peronista agregó la construcción en forma directa de viviendas destinadas
a los sectores populares, tal es el caso de Ciudad Evita en las cercanías de
Ezeiza, que caracterizaba el ideal de chalet y jardín propio de los sectores
medios, o el barrio Los Perales en Mataderos que eran monoblocks menos
sofisticados.
La conclusión del trabajo de Torre y Pastoriza en cuanto a la
política de vivienda de la década peronista es que en general, sin desmerecer
sus indiscutibles méritos, distó de ser universal ya que su distribución fue
disímil y varió según el poder e influencia de los distintos grupos sociales[8].
b)
Políticas de seguridad y previsión social: En lo que respecta a la política de seguridad y
previsión social, sin perjuicio del
mayor alcance que tuvo el sistema a partir de la llegada del peronismo al
poder, el mismo fue una continuidad de lo que había funcionado hasta entonces.
Esto es, el esquema jubilatorio partía
de la premisa que la protección de la vejez debía surgir de los propios
esfuerzos de los trabajadores, y dicho esquema cuando lograba ser exitoso se materializaba en un sistema de
jubilaciones sostenido en base a contribuciones obligatorias de los
trabajadores de cada sector y sus empleadores[9].
Con el primer Plan Quinquenal se intentó la modificación del
sistema por uno de carácter mas universal que partía del ingreso de una familia
modesta, sostenido en forma incremental por trabajadores y empleadores, pero
dicha propuesta fue rechazada básicamente por los afiliados a las cajas que se
resistían a una nivelación de los beneficios que en algunos casos los
perjudicaba.
Apartándose del esquema heredado de las administraciones
anteriores solo corresponde destacar la sanción de la Ley 13.478, que
establecía las pensiones “no contributivas” (para aquellos mayores de 60 años
que no contaran con medios de subsistencia) que se financiaba con fondos de la Lotería
Nacional y que por el número de sus beneficiarios era de carácter meramente
residual. El sistema fue reglamentado en 1949, pero jamás pudo aplicarse a la
totalidad del territorio nacional, teniendo vigencia únicamente en la Capital
Federal y Territorios Nacionales[10].
c)
Salud Pública: En lo que hace a los servicios de
sanidad y salud pública, la acción del estado quedó asociada a la figura del
Ministro de Salud Dr. Ramón Carrillo quien fuera su gran impulsor, y que
intento plasmar el pensamiento sanitarista de la década del treinta,
priorizando la intervención estatal y la centralización de la tareas de atención
médica y de asistencia social, con un concepto universalista que tendía a la
atención de la totalidad de la población sin distinciones.
No obstante el aumento de
la inversión, la construcción de nuevos hospitales, el alargamiento de la redes
de agua y cloacas, el espectacular incremento de los índices de esperanza de vida, y la
eliminación de muchas enfermedades endémicas especialmente en las zonas más
pobres del norte del país[11],
el ambicioso proyecto sufrió el embate de los gremios que privilegiaron la
creación de obras sociales sindicales. El sistema sindical implicaba una fórmula
de cobertura diferenciada a partir de criterios ocupacionales, con una
solidaridad fragmentada, replicando de alguna manera la concepción que tenían las
asociaciones mutuales que reunían colectividades inmigratorias.
El proyecto original, al igual que ocurrió con el sistema
previsional, sufrió el ataque desde adentro, por parte de los sectores
sindicales del peronismo, en un ejemplo claro de las tensiones generadas a
partir del excesivo peso de los trabajadores organizados dentro del sistema de
toma de decisiones del movimiento.
Poniendo a la política de salud en términos de continuidad o no,
tal como lo exige la consigna, es claro que el plan primigenio resultaba una
novedad a lo que se venía aplicando hasta ese entonces, no obstante la presión
de los intereses sectoriales hizo que su alcance fuera menos universal de lo
pretendido.
d)
Políticas educativas: La política educativa llevada
adelante durante la década peronista fue el terreno “donde
la democratización del bienestar durante los años del peronismo tuvo un alcance
más amplio”[12].
No obstante el concepto vertido, esto no implica que la política
educativa se haya diferenciado de la concepción y rasgos que había adquirido en la primera
década del siglo, por lo que la misma fue una continuidad de la aplicada hasta
entonces.
El salto cuantitativo en la población escolarizada,
especialmente el crecimiento de la matrícula secundaria, la manifestación plena
del concepto de gratuidad de la educación universitaria, la creación de la Universidad Tecnológica, y
la implementación de colegios secundarios industriales entre otros logros, fueron
producto de una mayor inversión y del cambio de paradigma económico, pero no
implicaron una innovación dentro las políticas educativas.
Es hacer notar que continuó vigente, hasta entrado el año 1954.
el Decreto N°18.411/43 que restableciera la enseñanza religiosa en las escuelas
dependientes de la Nación, el cual había significado una involución a las leyes
“laicas” de la generación del 80.
e)
La política turística: Al igual que en lo referido a las
políticas educativas, la democratización del bienestar en lo que hace al acceso
de la población a los distintos centros turísticos existentes (especialmente
Mar del Plata y las sierras de Córdoba), es claramente un ejemplo de política
de continuidad.
El fenómeno del turismo de masas era un proceso que se venia
desarrollando y difundiendo desde la década del treinta. El desmantelamiento de
la vieja rambla de madera sobre la playa Bristol y la construcción del complejo
Playa Grande, en la ciudad de Mar del Plata, durante el año 1939, implica la
apertura a los sectores populares de una fracción importante de la ciudad, y el
traslado hacia el sur de los sectores medios/altos de la sociedad. En igual
sentido la pavimentación, efectuada durante la década anterior, de la ruta 2 que une la ciudad de Buenos Aires
con Mar del Plata y de la ruta 8 que la une con Córdoba, que sumaron medios de
transporte a la oferta ferroviaria existente, demuestran que el turismo de
masas empezaba a ser una realidad antes de la llegada del peronismo al poder.
No obstante lo dicho, la inversión en infraestructura turística
efectuada durante la década peronista fue inmensa, como así también el
desarrollo del turismo sindical. De más esta decir que la instauración de las
vacaciones pagas y la novedad salarial del aguinaldo fueron un factor
determinante en el aumento de la actividad y su democratización.
f)
La Fundación Eva Perón: Capitulo aparte, dentro de las políticas de democratización del
bienestar aplicadas durante la década peronista, merece la actividad llevada a
cabo por la Fundación Evita.
Si bien la fundación se crea a partir de la desaparición de las
sociedades de beneficencia dirigidas por las damas patricias de la sociedad y
desde ese punto de vista podría decirse que es una continuidad, el presupuesto
con que disponía, la magnitud de las tareas realizadas, y la trasversalidad de
las mismas (incluían asistencia social, vivienda, turismo, educación etc.) hacen
de la acción llevada a cabo por la Fundación
una innovación importante.
Ahora bien, si su acción se corresponde con lo que podríamos
denominar una política pública en
términos estrictos, es una cuestión discutible no obstante creemos que
correspondía su inclusión, aunque sea en forma escueta, cuando la consigna a desarrollar son las
políticas de democratización del bienestar de la década peronista.
III. ¿Cómo entender la
reacción mayoritariamente crítica de los intelectuales al régimen creado por
Perón?
“…casi la totalidad de
los escritores, artistas y
universitarios liberales y democráticos fueron antiperonistas…los intelectuales
peronistas fueron muy contados y mas contados fueron los que gozaban de
prestigio y reconocimiento en el ámbito de la cultura...”[13]
La afirmación de la socióloga Silvia Sigal transcripta, no deja
margen de dudas en cuanto a la posición tomada por la intelectualidad argentina
ante la aparición del fenómeno peronista. Esta posición se mantendría durante toda la década, y solo a
partir del derrocamiento del líder y de la relectura que hubo del fenómeno peronista a finales del sesenta,
iba ha ser modificada.[14]
Las causas por las cuales los intelectuales tomaron un posición mayoritariamente antiperonista sin siquiera
rescatar los componentes populares positivos que tuvo el movimiento, son
básicamente dos: a) La imposibilidad de analizar a Perón fuera del marco
internacional del periodo y de su pertenencia a la Revolución de 1943, con los
componentes antidemocráticos y católico/nacionalistas que esta indudablemente
poseía, y 2) La tendencia a interpretar a Perón
como un nuevo exponente del caudillismo popular previo a Caseros, lo que
transformaba al peronismo en una regresión institucional de la república.
Sin duda los componentes autoritarios de la Revolución del 43 y
la pertenecía reivindicada por Perón a los preceptos de aquella tornaba
entendible la posición adoptada por la intelectualidad. La intervención a las
universidades, la reimplantación de la enseñanza religiosa en las escuelas, la
cesantía de profesores de la talla de Bernardo Houssay y Mariano Castex entre
otros (que provocaron la renuncia de Alfredo Palacios a la Presidencia de la
Universidad de La Plata), la disolución de la Federación Universitaria
Argentina, y otras medidas similares adoptadas por el golpe de estado del 4
junio, no admitían que la intelectualidad argentina pudiera ponerse de alguna
manera a favor del régimen.
La tardía decisión de apoyar la
causa alidada, la legalización de
los partidos políticos, y la revocación de la mayoría de las medias enumeradas
en el párrafo anterior, que se produjeron a posteriori, no modificaron la
posición de la intelectualidad. El hecho de que Perón estuviera a cargo del
Ejecutivo cuando la represión a la manifestación organizada para festejar la
rendición de Japón, sumado a la posterior exoneración de profesores
universitarios de la talla de José Luis Romero, Ernesto Sábato y Alberto
Ginastera, hace que la inteligentsia liberal que aun no veía a Perón como líder
popular de masas, lo estigmatizara sí como
heredero de un gobierno militar[15].
Este análisis de la revolución del 43 y de Perón como heredero
de ella, que realiza la elite intelectual, de alguna manera asustada por los
componentes no democráticos del gobierno instaurado a partir de junio de 1943[16],
explica, no solo su antiperonismo, sino el hecho de que este naciera, de alguna
manera, antes que Perón ganara las
elecciones en 1946, y tenía su génesis en la imposibilidad de disociar la figura de Perón de la del gobierno militar al que pertenecía.
No fue la política social del peronismo la que engendró el
antiperonismo de la intelectualidad, sino que contrariamente a lo que le sucedía
a las clases populares, para los intelectuales liberales (y de los otros) la figura de Perón era ilegible fuera del
contexto internacional de la segunda guerra y de la lucha entre democracia y
autoritarismo o libertad y tiranía que se había entablado en Europa[17].
A lo dicho, aunque mucho menos sustentada en los hechos, habría
que agregar la interpretación que hacían, algunos intelectuales, para los cuales el peronismo
resultaba una regresión de la política, identificando la figura Perón con la de Rosas.
En esa línea se inscribe
lo escrito por José Luis Romero, cuando
en diciembre de 1945, expresaba que “… Un
fantasma recorre la tierra libérrima en que nacieron Echeverría, Alberdi,
Rivadavia y Sarmiento el fantasma fatídico que se levanta de las tumbas de
Mussolini y Hitler…” [18]
, en este pensamiento Romero une los dos conceptos expresados en inicio, el que
identifica la imagen de Perón como reedición del caudillo rosista y considera
al peronismo como contrario a los ideales de razón y libertad triunfantes en
Caseros, y el que encuentra sustento en la impronta autoritaria y
corporativista de la revolución de junio de 1943, y no entiende al peronismo
por fuera de los hechos de junio, y de la lucha entre fascismos y democracias
que el mundo vivió hasta 1945.
[1] Fracción del discurso ante
la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, transcripto por Juan Carlos Torre en “Vieja
Guardia Sindical y Perón”, página 121, Ed. RyR
2011.
[2] Juan Carlos Torre,
“Ensayo sobre el movimiento obrero y peronismo”, pagina 139 Editorial Siglo
XXI, 2012
[3] Ibidem, pagina 139
[4] Ibidem, páginas 140 y 141.
[5] Pablo Gerchunoff y Juan
Llach, “El ciclo de la ilusión al desencanto. Un siglo de políticas
económicas en la Argentina”, capítulo IV Ascenso y Apogeo Peronista, paginas
155 y ss. Emece Ed. 2010
[6]
Juan Carlos Torre y Elisa Pastoriza “La democratización del bienestar”,
Tomo VIII Nueva Historia Argentina, pagìna 282
[7] Ibidem, pagina 286
[8] Ibidem, pagina 288
[9] Ibidem, pagina 288
[10] Ibidem, pagina 291
[11] Según Torre y Pastoriza,
los indicadores muestran que no se pudo romper con las desigualdades
estructurales entre las regiones, los estratos mas altos y la provincias de
litoral tuvieron los valores mas positivos
[12] Juan Carlos Torre y
Elisa Pastoriza “La democratización del bienestar”, Tomo VIII Nueva
Historia Argentina, página 295.
[13] Silvia Sigal, Los
intelectuales y el peronismo, en Nueva Historia Argentina Tomo VIII. Página
483, Editorial Sudamericana.
[14] Ibidem
[15] Ibídem pagina 495
[16] Ibídem pagina 499
[17] Ibídem pagina 500 y 501.
[18] Ibíde, pag. 502
jueves, 13 de diciembre de 2012
Revolución Industrial y Reforma Política.
¿Se puede sostener que la
Reforma Parlamentaria de
1832 en Gran Bretaña fue, en parte, consecuencia de los cambios estructurales
y sociales promovidos por la llamada Revolución Industrial?
No se puede hablar de
Reforma Parlamentaria en Inglaterra durante el Siglo XIX, y mucho menos
entenderla si no efectuamos una sucinta introducción al papel que las ideas
liberales jugaron en el desarrollo de los acontecimientos que culminaron con la
reforma de 1832.
El liberalismo ingles
nació en el Siglo XVII, luchando por la libertad de conciencia y la resistencia
del Parlamento a la autoridad arbitraria de Rey, y para el período en estudio,
es decir fines del Siglo XVIII y principios del XIX, contrariamente a lo que
sucedía en la Europa continental, se encontraba firmemente consolidado. Sin
embargo, no obstante que los valores
propios de la Gloriosa Revolución se encontraban firmes, el partido Whig que
aun en la guerra de independencia americana estuvo dispuesto a defender dichos
principios y que asumió el rol histórico de mantener la tradición liberal, no
parecía dispuesto a extender la base de sustentación del sistema, como quedaría
demostrado ante las distintas propuestas de reformar el Parlamento.[1]
Esta contradicción dentro
de las ideas liberales sustentadas por el partido Whig, va a concluir, en un
primera etapa, con la reforma de 1832 que elimina los llamados “Burgos podridos”, para continuar con la
modificación de 1885 por la cual se estableció el límite de un representante
por distrito, y eliminó el resabio corporativo de la representación de las
universidades, culminando finalmente en 1928 con el establecimiento formal de
la universalidad del sufragio.
Ahora, bien cuales
fueron las razones que precipitaron la inicial reforma de 1832, y si esta
obedeció a los acontecimientos acaecidos en las antiguas colonias americanas y
el estallido de la Revolución Francesa, o al nuevo mapa demográfico ingles
(aumento poblacional en las regiones del
norte como Manchester y Birmingham) y el surgimiento tanto de una
burguesía industrial como de una clase media de comerciantes y profesionales,
producto de los cambios fenomenales que produjo la Revolución Industrial
iniciada en la segunda mitad del Siglo XVIII, es una discusión entre los
historiadores del período.
Si tenemos en cuenta que
la fecha tentativa de inicio de la revolución industrial (según Eric Hausbawn
es 1750), y de la revolución de las colonias americanas en 1776, nos encontramos
con una escasa diferencia de veintiséis años. Esta contemporaneidad de los
acontecimientos no hace fácil la tarea de diferenciar cual de los hechos tuvo
una importancia mayor en la reforma política que se produjo en 1832., sin
embargo, nos atrevemos a adelantar que en el campo de la política no basta la
existencia de hechos objetivos, como pudieron ser los fenómenos económicos y
poblacionales de la revolución industrial, para definir un cambio institucional
de envergadura, hace falta además, la existencia de una sólida base ideológica
y doctrinaria en el campo de las ideas que presione para plasmar en
instituciones la nueva realidad económico social que se estaba produciendo.
·
La Reforma desde las ideas
Hacia fines del Siglo
XVIII, la oposición al gobierno de William Pitt, estaba encabezada por los
liberales Whigs, liderados por
Charles William Fox que, como se dijo mas arriba en el presente trabajo, había
apoyado los reclamos de representación de los colonos americanos, como así
también abogaba por la prohibición del comercio de esclavos. Pero lo que mas
incomodaba al oficialismo Torie era
su causa a favor de “…la reforma del
sistema parlamentario, que suponía una transformación del sistema electoral
inglés, por la cual se buscaba erradicar los llamados Rotten Bouroughs, distritos electorales sobrerepresentados. Estos
burgos y condados constituían, según esta facción reformista, una de las
fuertes inconsistencias del sistema de representación política…” [2]
Si bien la idea de la
reforma era bandera del partido Whig, la misma no implicaba un cambio de
estructuras que rompiera con el sistema aristocrático vigente, ya que si bien
el nuevo esquema electoral que se proponía, buscaba incluir los nuevos condados
con mayor peso poblacional surgidos a partir de la revolución industrial, en lo
que hace al sufragio las reformas que se impulsaban resultaban limitadas en
cuanto a su universalidad, manteniendo la impronta aristocrática en el manejo
de la cosa pública.[3]
Las ideas que
cuestionaron la esencia del sistema aparecieron en círculos extra
parlamentarios que se rebelaron contra la monarquía y el establishment político
en consonancia con el espíritu revolucionario que por ese entonces emergía en
Francia y se los denominó Radicals.
Estos círculos adherían firmemente al ideario revolucionario francés, siendo
sus principales referentes Richard Price, Thomas Paine, William Godwin y
William Spence[4]. Las ideas radicales, lograron irradiarse a un
amplio numero de intelectuales británicos y con posterioridad a buena parte de
la opinión pública, sin embargo el inicio del periodo Jacobino en Francia y
posteriormente las guerras napoleónicas
fueron utilizadas por el gobierno Torie como excusa para postergar cualquier
modificación al sistema, tanto las impulsadas por los sectores reformistas Whigs, como aquellas promovidas por los
grupos Radicales.
Durante la primera
década del Siglo XIX, y en forma contemporánea con el final de guerra con
Francia, surgió en el campo reformista una corriente de pensamiento
identificada con el ideario revolucionario francés pero que intentaba construir
un sistema garantizara el ejercicio de libertades políticas y la ampliación del
derecho al voto, evitando las manifestaciones violentas y el terror Jacobino
que emergió de la Revolución Francesa. El ideario de esta corriente era
plasmado en publicaciones como Westminster Review, siendo sus referentes los
denominados utilitaristas o Radicales Filosóficos, entre los que destacaban
Jeremy Bentham y James Mill.
La vertiente
utilitarista se diferenciaba radicalmente tanto de las posiciones un tanto
conservadoras de los Whigs
tradicionales, como de la vertiente
liberal de estos últimos (Foxties) , ya que proponía un sistema
republicano de gobierno con un legislativo unicameral democráticamente elegido,
lo que implica romper con la estructura aristocrática/monárquica, abogando al
igual que Thomas Hardy y Francis Place por la eliminación del criterio de
“propiedad” y educación como condición para
el ejercicio de la participación política.[5]
Como surge de lo
expuesto la reforma parlamentaria era una cuestión instalada dentro de las
ideas políticas de la época en Inglaterra, y en dicha instalación tuvo mucho
que ver tanto el ideario revolucionario francés como el andamiaje ideológico
institucional que se había construido en las antiguas colonias de Norte
América.
·
La Reforma desde lo socioeconómico
Siendo que el presente
no es un trabajo de historia económica, no nos detendremos en el análisis de
los factores desencadenantes del proceso industrial ingles de la segunda mitad
del Siglo XVIII, pero resulta necesario efectuar un pequeña enumeración de las
consecuencias sociales que emergieron a
partir de los cambios en el sistema productivo provocados por la Revolución
Industrial.
Entre los cambios que
nos interesan para el análisis que estamos efectuando sobresalen dos: a) El
proceso migratorio interno que despobló las zonas rurales en beneficio de los
nuevos asentamientos urbanos del norte, especialmente Manchester, Liverpool y
Birmingham y b) El surgimiento tanto de una burguesía cuyo poder no radicaba en
la propiedad de la tierra, como de una clase media ( middle rank) mercantil,
profesional, y prestadora de servicio que creció a la sombra de las necesidades
surgidas de la industrialización.
Los fenómenos expuestos
llevaron al Parlamentario Whig Sir James Mackintosh a afirmar “… The great
impulse given to English industry in the middle of the eighteen century has
revealed the disparity between the old system of representation and the new
state of society and had left the new manufacturing interest without adequate
representation in parliament…” [6].
Historiadores de la
talla de Arnold Toynbee que atribuyo la reforma de 1832 a la influencia de los
obreros y su concentración en las ciudades de mayor tamaño o de George Stead
Veitch, que en su obra The Genesis of Parliamentary Reform, que aseguró que la revolución industrial
hizo la reforma parlamentaria inevitable[7], sustentaron desde lo historiográfico el
concepto de considerar a la reforma como un desprendimiento lógico del proceso
de industrialización. No obstante estudios más recientes y específicos intentan
poner en crisis dicha afirmación.
Roland Quinault, en el
trabajo referenciado, efectúa un análisis de la situación del parlamento en su
constitución previa a la reforma,
llegando a la conclusión que en lo que respecta a la representación de los
nuevos actores económicos y sociales emergentes del proceso de industrialización,
dichos sectores se encontraban relativamente bien representados en los votantes. Tal es asi
que, hacia 1750 había aproximadamente 282.000 electores en Inglaterra y Gales,
los cuales representaban apenas una sexta parte de la población adulta de dichas
regiones, sin embargo dicho electorado era representativo de la población, y
estaba compuesto en una tercera parte por artesanos, un quinto por trabajadores
medianamente preparados, y el resto por representantes de la clase media
comerciantes profesionales, siendo los grupos mas numerosos el de los
comerciantes y el de los artesanos , lo que reflejaba el carácter comercial de
una Inglaterra que ya que se prepara para
ingresar en la revolución industrial.[8]
Distinta situación se
verificaba en lo que respecta a los miembros del parlamento, ya que hacia 1820, el 70% de sus miembros eran
grandes propietarios de tierras cuyas bancas habían estado en poder de sus
familias por varias generaciones, lo que pone en evidencia la contradicción que
de que durante la revolución industrial el parlamento se encontrara compuesto
por miembros de las familias mas ricas, tradicionales y con mayor influencia
social en Inglaterra y no por aquellos
emergentes del nuevo proceso económico en marcha. Sin embargo, la pertenencia a la aristocracia no los hacia
ciegos a la realidad y aceptaban en su mayoría que la industria y los intereses comerciales debían
tener un peso sustantivo al momento de tomar decisiones políticas, si bien
todavía ocupaban un segundo plano detrás de los intereses de los
terratenientes.
El Primer Ministro Lord
Liverpool manifestaba en un discurso: “In
a commercial country like this, the manufacturing and commercial interest aught
to have considerable weight, second only to the land interest in the Commons”[9], de lo que se desprende claramente que la clase
política tenia conciencia del proceso que se estaba produciendo y la
importancia que el mismo tenia para los intereses de Inglaterra, aunque aún se
resistiera a reconocer que su importancia era capital.
El expuesto problema de
integración de los Comunes, tenia una relación directa con la falta de representación de algunas
grandes ciudades, cuestión que se arrastraba desde la edad media[10] y con
los denominados “rotten boroughs”, que eran “feudos” electorales con una
población mínima hacia el periodo que nos ocupa, y que sirvieron durante
generaciones al sostenimiento de verdaderas dinastías parlamentarias[11]. Hacia 1801, cinco de las veinte mayores
ciudades de Inglaterra, no tenían representación parlamentaria, ellas eran:
Manchester, Birmingham, Leeds, Sheffield y Paisley[12], pero si tenían representación todas las
ciudades industriales del East Midlands, como Nottingham, Leicester y Derby,
que habían sido burgos desde la Edad Media.
Según Quinault, las
elites políticas de las grandes ciudades sin representación, no mostraban
demasiado interés en la reforma parlamentaria, ya que temían que cualquier
modificación del status quo alterara las condiciones dentro de las cuales
habían tenido un extraordinario crecimiento en el curso del último siglo. La
reforma era básicamente sostenida por aquellas ciudades que si bien tenían
representación carecían de poder dentro del Parlamento[13].
Como ocurre con
frecuencia en la historia, no son los periodos de bonanzas durante los cuales
se producen los cambios estructurales, sino en los momentos de crisis
económica, e Inglaterra no va ser una excepción en ese sentido. Durante la
depresión económica que se produjo al finalizar las guerras napoleónicas en los
distritos industriales del norte revivió el interés por la reforma
parlamentaria. La represión, por parte de la caballería, de una manifestación a favor de la reforma en
la plaza de St. Peters en Manchester que dejo de saldo 11 muertos, y cientos de
heridos[14], despertó nuevamente el interés del partido
Whig por la reforma parlamentaria, logrando que se transfiera la representación
de alguno de los burgos podridos a favor de ciudades industriales (las bancas
correspondientes a Grampound fueron transferidas a Yorkshire). Sin embargo ni
Manchester ni Birmingham lograron ese objetivo.
Fue recién en 1830, y
luego de la caída de Carlos X del trono de Francia que la cuestión de la
reforma se instaló definitivamente en la agenda política inglesa, lo que hizo
manifestar al Secretario del Interior Peel
que lo ocurrido en Paris“… Is producing its natural effect in the Manufacturing
districts here, calling into action the almost forgotten Radicals of 1817 and
18 19...”.
Fue así, que la sucesión de huelgas
e incendios tanto en los distritos industriales como en la campaña a partir de
1830, convenció a los miembros moderados del Parlamento que la reforma era
inevitable.[15]
Finalmente con el
dictado del Acta de 1832, se amplio la representación a los distritos
industriales y se agrando la base electoral incluyendo a los padres de familia,
comerciantes y los que tuvieran una renta 10 Libras[16], dando así, inicio a un proceso que culminaría
recién hacia 1928, con el
establecimiento del voto universal de los adultos.
·
Conclusión
Después de lo expuesto
es imposible negar la influencia que tuvo la revolución industrial en el
dictado de la reforma parlamentaria, no obstante lo cual, las lecturas
efectuadas nos llevan a coincidir con Quinault, en el sentido que el estimulo a
los movimientos reformistas provino básicamente de los acontecimientos
políticos que se produjeron en América y en Francia[17], ya que la cuestión de la representación con
relación a los distritos de mayor población ya era un problema con anterioridad
a 1750, y por otro lado la lucha por ampliar la base electoral con anterioridad
a 1830, solo se produjo en los distritos industriales en los momentos recesivos
de la economía.
Sin perjuicio de lo
expuesto creemos que es necesario no perder de vista que la reforma
parlamentaria forma parte de la historia política, y cuando hablamos de
historia política hablamos de hombres, hombres tomando decisiones y haciendo
apuestas dentro del marco de la época en que les toco vivir, y en ese sentido
resulta descabellado pensar que la descomunal transformación social y económica
originada por la irrupción de la revolución industrial, no haya influido en las
decisiones que debieron tomar aquellos hombres.
Resumiendo, resulta
claro que las ideas continentales, que cada vez entraban con más fuerza a las
islas, y la irrupción del fenómeno industrial. con todas sus consecuencias en
los social, y lo económico, presionando
en forma conjunta sobre un sistema que se había mantenido inalterado durante
los últimos ciento cincuenta años, no dejo otra alternativa a los actores
políticos, que el reconocimiento en el marco institucional del Parlamento de la
nueva realidad, y ese reconocimiento se plasmo inicialmente en el Acta de 1832.
[2] Klauss Gallo, Revolución y Reforma: el
legado francés en la cultura política británica (1789-1832) Revista Estudios
Sociales Nª 26 pagina 146. Ediciones
UNL.
[3] Ibidem, pagina 146
[4] Ibidem, pagina 148
[5] Ibidem, pagina 154 y 158
[6] Roland Quinault, The Industrial Revolution and
British Society, Chapter 8 The Industrial Revolution and Parliament Reform,
Cambridge University 1993,
pagina 184
[9] Ibidem pagina 188.
[10] Durante muchísimo tiempo no hubo interés
de la población de Manchester o Leeds, en tener representación en el
Parlamento, ya que aquellas ciudades
representadas tenían una tasa impositiva mas alta. Durante siglos
Manchester y Leeds fueron los “villages” mas grandes de todo el Reino.
[11] También se los denominaba “ pocket
bouroughs”, ya que la escasa población respondía directamente al
terrateniente local por lo que
“literalmente” èste tenia al electorado en su bolsillo.
[12] No tenían representación directa pero si
la tenían como integrantes del condado al que pertenecían.
[13] Roland Quinault,
The Industrial Revolution and British Society, Chapter 8 The Industrial
Revolution and Parliament Reform, Cambridge University 1993, página 192.
[14] El
episodio es conocido como “Petersloo Masacre”, a partir de ese episodio el gobierno
desistió de volver a utilizar a la caballería para reprimir manifestaciones.
[15] Roland Quinault,
The Industrial Revolution and British Society, Chapter 8 The Industrial
Revolution and Parliament Reform, Cambridge University 1993, página 197
[16] A partir del aumento de los ingresos de la
clase trabajadora la base electoral se amplió enormemente en los 20 años
posteriores a la reforma.
[17] Roland Quinault,
The Industrial Revolution and British Society, Chapter 8 The Industrial
Revolution and Parliament Reform, Cambridge University 1993, página 200
lunes, 22 de octubre de 2012
NI MAGNETTO, NI CRISTINA
Yo no voy a defender, a esta altura de mi vida a los medios de información monopólicos, ni mucho menos a un gobierno neo-cardenista, como el actual. Digo que AMBOS MIENTEN cuando dicen que están por "la Libertad de Prensa", o la "Libertad de Expresión". Todos sabemos que la lucha es por monopolizar los medios -TODOS- o manejarlos a TODOS por intimidación, para moldear la opinión pública. Lo máximo que se puede pedir al sistema capitalista, es la "Libertad de Empresa Periodística", y ESA es la libertad que hoy el gobierno de CFK quiere liquidar. Dicen que los elefantes, cuando se pelean, aplastan a las hormigas, pero también las aplastan cuando hacen el amor, ¿o nos olvidamos cuando el Tuerto y Magnetto se daban besos de lengua en público?. Aunque parezca una lucha ajena entonces a nosotros -el "pueblo a pata"- SÍ nos incumbe, pues cuando NI siquiera exista la Libertad de Empresa, estaremos mucho mas expuestos al capricho de los dictadores. A NO confundir, entonces gordura con hinchazón.
Cambiar a MAGNETTO por la troika VILA-MANZANO-SPOLSKY, no me parece un cambio muy progresista que digamos.
Con algunos retoques el transcripto es un texto de mi amigo Raúl Rioboo
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